Plan "B"
Compasión
Movimiento del alma que nos hace sensible al mal que padece otro ser.
Compasión describe la comprensión del estado emocional de otro; no confundir con empatía. La compasión es con frecuencia combinada con un deseo de aliviar o reducir el sufrimiento de otro; mostrando especial bondad y amabilidad por quien está sufriendo.
Desgraciadamente, el sentimiento de compasión se ha asociado a un sentimiento pasivo de lástima o pena ante la desgracia que nos produce el dolor de otro. Sin embargo, la solidaridad, como positiva actitud de generosidad y cuidado de los demás resulta psicológicamente incomprensible sin el motivo de la compasión.
El budismo ha hecho de este sentimiento su actitud espiritual propia. Todo ser vivo merece esta piedad cuidadosa, esta solidaridad en la finitud o por la menesterosidad.
Es imposible la compasión sin la experiencia del dolor o del sufrimiento. El Papa Benedicto XVI lo ha recordado recientemente: "al tratar de proteger a los jóvenes de toda dificultad y experiencia de dolor, corremos el riesgo de criar, a pesar de nuestras buenas intenciones, personas frágiles y poco generosas: la capacidad de amar corresponde, de hecho, a la capacidad de sufrir, y de sufrir juntos" ("La tarea urgente de la educación". Carta a la diócesis y a la ciudad de Roma, 21-I-2008).
La compasión puede asociarse a sentimientos de poder. Esto nos permite comprender que en el Occidente actual este tipo de piedad sea visto como ofensiva. "No quiero que me compadezcas" -se responde con frecuencia.
Antónimos emotivos de la compasión son "crueldad", "inhumanidad" o "insensibilidad".
Movimiento del alma que nos hace sensible al mal que padece otro ser.
Compasión describe la comprensión del estado emocional de otro; no confundir con empatía. La compasión es con frecuencia combinada con un deseo de aliviar o reducir el sufrimiento de otro; mostrando especial bondad y amabilidad por quien está sufriendo.
Desgraciadamente, el sentimiento de compasión se ha asociado a un sentimiento pasivo de lástima o pena ante la desgracia que nos produce el dolor de otro. Sin embargo, la solidaridad, como positiva actitud de generosidad y cuidado de los demás resulta psicológicamente incomprensible sin el motivo de la compasión.
El budismo ha hecho de este sentimiento su actitud espiritual propia. Todo ser vivo merece esta piedad cuidadosa, esta solidaridad en la finitud o por la menesterosidad.
Es imposible la compasión sin la experiencia del dolor o del sufrimiento. El Papa Benedicto XVI lo ha recordado recientemente: "al tratar de proteger a los jóvenes de toda dificultad y experiencia de dolor, corremos el riesgo de criar, a pesar de nuestras buenas intenciones, personas frágiles y poco generosas: la capacidad de amar corresponde, de hecho, a la capacidad de sufrir, y de sufrir juntos" ("La tarea urgente de la educación". Carta a la diócesis y a la ciudad de Roma, 21-I-2008).
La compasión puede asociarse a sentimientos de poder. Esto nos permite comprender que en el Occidente actual este tipo de piedad sea visto como ofensiva. "No quiero que me compadezcas" -se responde con frecuencia.
Antónimos emotivos de la compasión son "crueldad", "inhumanidad" o "insensibilidad".
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