SUPERLOSER
La necesidad del sexo por sexo.
La terrible addicción a un cuerpo nuevo, caricias nuevas, susurros inesperados.
En esas ando, midiendo los pasos, calculando el margen de error, costo de oportunidad, curva del fracaso. Como si pudiera predecir el futuro.
Y todo por qué? Para qué? Por nada, para nada. Sólo para sentirme viva, sentir que estoy viviendo, respirando, que aún tengo tacto, que mi sistema nervioso aún está conectado a algo. Eso es obvio.
Pero, no es obvio también que la vida es para eso? Para que chucha más uno vive?
a) Para hacerse millonario (me importa medio carajo)
b) Para ser “exitoso” (ok, pero eso no puede ser lo único)
c) Para controlarse (la misma existencia se basa en el descontrol)
d) Para ser mejor persona (y quién dice que reprimiéndote llegas a esa meta?)
e) No se me ocurre nada más.
Y mientras más lo pienso, más lo analizo, más me convenzo de que sí, de que debo abrir las piernas y dejarte entrar. A mi vida, a mis experiencias, a mi historia, a mis recuerdos.
Cuanto vas a aportar? Cuánto vas a quitar? Esa respuesta la tengo yo, sólo yo. La manejo yo, sólo yo. El asunto es que no confío en mi capacidad de controlar una circunstancia. Me da miedo que se salga de mis manos y que caiga (y caiga yo) en las tuyas.
Sería tan bueno practicar y comprobar que sí, que sé contenerme, que sé manejarme, que puedo sola. Pero la única experiencia que tuve fué desastrosa. Demasiado dolorosa. Y aunque ya casi no hay cicatrices, el recuerdo aún me advierte: cuidado. Peligro.
La zona roja esta ahí. Tengo la línea frente a los pies. La sigo mirando.
Y no hay avances del proximo capítulo que me adviertan cómo terminará la historia.
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